Bernard Hinault en plena nevada durante la Liège de 1980
Este 20 de abril se cumplen 33
años de una de las mayores gestas de Bernard Hinault. El 20 de abril de 1980 se
celebraba la 66ª edición de la Lieja- Bastoña- Lieja (Liège-Bastogne-Liège). Se
trata de una de las Clásicas de las Ardenas, una zona llena de colinas
rompepiernas y famosa por localizarse en la misma importantes combates durante
la Segunda Guerra Mundial.
Ese año Hinault había hecho
quinto en la Amstel, cuarto en Roubaix y tercero en la Flecha Valona. Y se
presentó en la salida de Lieja con la clara intención de estar un peldaño por
encima del segundo puesto. Ya había ganado la Lieja en 1977 y estaba dispuesto
a dar toda la batalla posible.
Pero durante los primeros kilómetros
de la prueba se desata una tormenta de nieve que endurece notablemente la
carrera. Al contrario que en la Milán San Remo de este año no se suprime ningún
kilómetro y se sigue el trazado previsto. La nieve y el frío comienzan a hacer
estragos, de tal forma que en las dos primeras horas de carrera se habían
retirado ya 110 de los 174 ciclistas que tomaron la salida. Con esas cifras está
claro que las condiciones de carrera eran extremas y si esta Clásica no es
precisamente un paseo ese año lo iba a ser mucho menos.
Bernard Hinault piensa en
abandonar, el Giro de Italia comienza en pocos días y no quiere poner en riesgo
su preparación para dicha cita. Habla con Cyrille Guimard, su director
deportivo en el equipo Renault y éste le convence para que aguante un poco más,
hasta el avituallamiento.
Pero en esas que Hinault reconoce
entre los miembros de un pelotón cada vez más minúsculo una indumentaria que le
resulta familiar, con esos colores de la avispa que dominaban por aquel entonces las carreteras de media Europa. Afina
la mirada y ve a Maurice Le Guilloux, uno de sus gregarios, así que piensa que
el capitán debe ser el último en abandonar el barco y opta por continuar en
carrera. O por lo menos eso es lo que se cuenta. Sea “leyenda” o sea realidad, el hecho que es
Hinault no abandona y comienza a sacar a
relucir su inagotable orgullo y clase.
Por delante marchaban los belgas
Ludo Peeters y Rudy Pevenage, famoso este
último por ser el mentor del alemán Jan Ullrich; como anécdota decir que el médico Eufemiano Fuentes apodaba a
Ullrich como el “Hijo de Rudicio”.
Pero estos dos rodadores son
neutralizados y a falta de 80 kilómetros para meta El Tejón ataca y se va en
solitario. A por todas y sin vacilar, pim-pam-pim-pam. Podía haber esperado y
haber sido más conservador, resguardarse
al abrigo del grupo, pero no, quiere una victoria a lo grande. Y lo consigue distanciando cada vez más a sus
perseguidores. Ya decía Fignon que una cosa era vencer con autoridad y otra
ganar simplemente.
Hinault llega a la meta de Lieja
con 9 minutos y 24 segundos de ventaja sobre el holandés Hennie Kuiper, casi
nada.
Se dice que incluso Hinault perdió
movilidad en sus dedos hasta pasadas varias semanas y que años después todavía
sufría de pérdida de sensibilidad en sus manos. Acudió al Giro de Italia y lo
ganó. En el Tour de Francia se tuvo que retirar, cuando vestía el maillot amarillo, pero ese año se coronó como
Campeón del Mundo de Ruta al ganar el duro Mundial de Sallanches, disputado en
los Alpes franceses.
Así eran de antes los grandes
ciclistas, capaces de ganar todo tipo de pruebas y durante toda la temporada
ciclista. Sin especular esfuerzos y siempre con una actitud muy ofensiva, nada
de dejar los ataques para los últimos kilómetros. Siempre dispuestos a jugar y
a arriesgarse, sin acomodarse en ningún momento. Como otra muestra del coraje de Hinault ahí esta la Vuelta a España de 1983, con su famoso ataque a Julián Gorospe en Serranillos. El francés tenía una lesión de rodilla, que empeoró con los esfuerzos que debió hacer para vencer en esa ronda y que le llevarían a estar en el dique seco un largo tiempo. Cualquier otro hubiera abandonado, pensando en el futuro, pero Hinault no se andaba con reservas y arriesgó.
Como se narra en los primeros
compases de “La Bici de Ghislain Lambert” (¿el mejor film sobre ciclismo deportivo?... posiblemente):
“Todo ser humano desea salir del pelotón, todos soñamos con una escapada en
solitario fugaz o definitiva. Pero hoy en día, se impone agruparse, aposentarse
y preferir lo establecido a la violencia del instante. Sólo el campeón exalta
nuestra voluntad de poder y nuestro afán de gloria, vestigio de la niñez
juguetona y conquistadora.....”
Cada vez que oigo a alguno decir
que Lance Armstrong ha sido el mejor
ciclista de la historia me entra la risa. Sin desmerecer el palmarés del
tejano, ha habido muchos otros con grandes currículums y sobretodo, otra
actitud en carrera. Por lo hablar de otras cosas…
CCC
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